Los obispos españoles lamentan la baja participación en el Sínodo de la Sinodalidad, especialmente de los jóvenes

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Agencia Católica de Noticias

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Los obispos españoles consideran que “la sinodalidad avanza en nuestra Iglesia” aunque denuncian una baja participación, sobre todo entre los jóvenes, a los que la Iglesia debe aprender a escuchar y modular la forma de comunicar el Evangelio, dicen.

La Conferencia Episcopal Española ha presentado la Síntesis para la Etapa Continental Europea del Sínodo sobre la Sinodalidad, que servirá para elaborar el documento final que se llevará a la Asamblea Continental.

El texto señala que el trabajo diocesano en esta etapa “ha sido breve y de menor participación” que en la fase anterior. Esto es especialmente cierto en el caso de los jóvenes, tanto “en el proceso sinodal” como “en la vida de la Iglesia”.

A pesar de ello y de que se identifican actitudes de “escepticismo, miedo e incluso rechazo”, la conferencia episcopal afirma que “la sinodalidad avanza en nuestra Iglesia que peregrina en España”.

El documento se divide en tres secciones, recopilando las llamadas “intuiciones”, las “tensiones y divergencias” y las “prioridades” para futuros análisis dentro del sínodo.

En cuanto a las “intuiciones”, los obispos identifican “la valoración positiva de la experiencia del camino recorrido hasta ahora”, aunque admiten que hay actitudes contrarias o al menos desinteresadas.

Los obispos también subrayan que el proceso sinodal no es “la solución a los problemas que tiene la Iglesia” sino “un don del Espíritu Santo” que requiere “una continua conversión personal”.

Según los prelados, la consulta eclesial “está ayudando a concienciar sobre la dignidad común de todos los bautizados” y a reforzar la idea de una “Iglesia que sale en el contexto de la secularización”.

Además, hay un mayor acuerdo “sobre la importancia del ecumenismo y el diálogo interreligioso”, la valoración de la religiosidad popular y “el papel fundamental que debe tener la pastoral familiar”.

Tensiones y divergencias

Los obispos señalan que “dentro de la Iglesia se encuentran las mismas polarizaciones existentes en la sociedad”: diversidad-unidad, tradición y renovación u organización piramidal o sinodal.

Entre los impedimentos a la comunión, participación y corresponsabilidad identificados están “la resistencia del clero y la pasividad de los laicos” así como una fuerte “tensión de clericalismo que lleva a confundir servicio con poder”.

Además, las “divergencias” sobre el sínodo se expresan en forma de desconfianza, escepticismo, miedo, desinterés, confusión y obstrucción.

La síntesis identifica “la dificultad ya veces el rechazo en el encuentro con lo diverso, lo diferente”. Se mencionan específicamente los pobres, los marginados y las personas con discapacidad o con “diversas situaciones familiares o afectivas”. 

“El escándalo de los abusos sexuales también produce tensión”, y los prelados señalaron la reiterada mención a “la escasa participación de los jóvenes en el proceso sinodal y en la vida de la Iglesia”.

Ante esta problemática, los obispos se sienten interpelados “a aprender a escucharlos” y a cambiar la forma de comunicar el Evangelio, “que debe ser creativa, comprensible, inclusiva y generar diálogo intergeneracional”.

El documento de síntesis también incluye el llamado a una mayor formación litúrgica y el llamado a “mostrar la relación entre la liturgia y la vida” a través de “una renovación de las formas y el lenguaje”.

Prioridades sinodales

Finalmente, según un informe de la Agencia Católica de Noticias, la síntesis elaborada por los obispos españoles plantea varias “prioridades específicas que deben ser objeto de un mayor discernimiento en la Asamblea sinodal”.

El primero es “promover la acogida en nuestras comunidades, en particular de quienes se sienten excluidos por su origen, su situación afectiva, su orientación sexual u otras razones”.

En segundo lugar, el llamado a “promover la corresponsabilidad real y efectiva del pueblo de Dios, superando el clericalismo, que empobrece nuestro ser y nuestra misión”.

Reconocer definitivamente “el papel de la mujer en la Iglesia y promover su participación plena y en condiciones de igualdad, en todos los niveles de la vida eclesial” constituye la tercera prioridad.

Además, los obispos apuntan a la integración y participación de los jóvenes, dinamizando la formación, promoviendo “el diálogo con el mundo y la cultura, con otras confesiones religiosas y con los no creyentes”.

Finalmente, señalan la necesidad de “atender la liturgia a través de la formación y una mayor comprensión de sus ritos y contenidos”.