Homilía de la Misa funeral de Irma y Joe García

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Agencia Católica de Noticias

Homilía de la Misa funeral de Irma y Joe García 

Palabras del Arzobispo Gustavo García-Siller, MSpS, en la liturgia fúnebre de Irma Linda y José “Joe” García en la Iglesia del Sagrado Corazón en Uvalde el 1 de junio.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (…) Bienaventurados los misericordiosos, porque a ellos se les mostrará misericordia”. (Mt 5,4.7).


Mientras toda la Iglesia conmemora la espera del Consolador – el Espíritu Santo – todos deseamos y oramos para ser instrumento a través del cual Él mismo traiga paz a los corazones de Liliana, Alysandra, José, Cristian, toda la familia García y las demás familias de las victimas. Su pérdida y dolor son parte de nuestra propia tragedia como comunidad. Como todos estamos de duelo, también queremos comunicar nuestra esperanza en la resurrección a los que lloran y al mundo. “Enjugará toda lágrima de sus ojos…” (Rev).

Con el don de la fe, ya través de nuestra cercanía a vosotros, podemos compartir vuestro dolor, para que a través de la Iglesia podáis ser fortalecidos en vuestra propia fe, y recibir el consuelo que sólo Dios puede dar. "No deje que se angustien." (Jn). Dios, que es él mismo amor, es quien inspira amor en nuestros corazones.

La fe de Irma y Joe dio frutos de amor. Dieron testimonio del amor que viene de Dios. El amor entre ellos brilló y se expresó en su dedicación mutua, que se extendió a sus hijos y a su comunidad. Actuó por amor hasta su último aliento. Su amor por ella era tan fuerte que su corazón no podía contenerlo. Sabían bien que el plan de Dios está mucho más allá de nuestro entendimiento, así que confiaron en Él. Su legado es su testimonio de que, a pesar de todo, Dios tiene el control.

Jesús ha compartido nuestro dolor y nuestra muerte, para que tengamos parte en su Resurrección y en su gloria eterna en el Cielo. A través de su propia experiencia en el aparente sinsentido de la Cruz, Él verdaderamente ha vencido a la muerte para salvarnos. Por eso sabemos con certeza que el Resucitado tiempo atrás había preparado moradas en la casa del Padre para Irma, Joe y todos los demás que compartieron esta tragedia. Los encomendamos a su misericordia.

Irma y Joe vivieron como hijos fieles de Dios y lo representaron como padres orgullosos. Confiamos en que seguirán siendo esos padres orgullosos, ahora aún más cerca de sus hijos y de todos nosotros, aunque de una manera diferente. Nosotros, como familia de Dios, seguiremos cuidando de sus hijos. También confiamos en que Liliana, Alysandra, José y Cristian seguirán enorgulleciendo a sus padres como hijos fieles y amorosos de Dios. Honra la memoria de tus padres con tu fe, esperanza y amor inquebrantables.

Estamos aquí para proclamar nuestra fe en el Señor que es capaz de dar a nuestros seres queridos difuntos una alegría que supera con creces nuestro dolor. De hecho, todos los honores que podemos ofrecerles palidecen en comparación con la gloria que confiamos que ya disfrutan. Les presentamos nuestros respetos con la dignidad que les corresponde, rezamos por su eterno descanso y esperamos también que puedan interceder por nosotros.

Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por Irma, Joe y las demás víctimas, da consuelo a sus familias y haznos pacificadores.