Inmaculado Corazón de María nos transmite su pureza, sanándonos desde adentro, dice Monseñor Gustavo

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Agencia Católica de Noticias

Inmaculado Corazón de María nos transmite su pureza, sanándonos desde dentro, dice Monseñor Gustavo en fiesta de la Inmaculada Concepción

La Solemnidad de la Inmaculada Concepción, día de precepto, tuvo este año un significado aún más especial.

Inmediatamente después de la Misa vespertina del 8 de diciembre en la Catedral de San Fernando, el celebrante, Monseñor Gustavo García-Siller, MSpS, encabezó una breve procesión y una oración de clausura por la clausura del Año de San José en la Plaza de la Cruz.

En su homilía en la liturgia, el arzobispo destacó el contrato en las lecturas del día.

La Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, en pleno Adviento, derrama las bendiciones más asombrosas que la humanidad perdió por el pecado original.

“El contraste entre la mujer del Génesis, que es acusada de culpa, y la Mujer que aparece en la Anunciación, resuelve, en el proyecto de amor de Dios, lo que las batallas ideológicas no pueden resolver con sus discusiones infructuosas”, comenzó monseñor Gustavo. “Sí, creemos que fue concebida sin la mancha del pecado original, ¡y lo celebramos! Pero hay un significado más profundo para nuestras propias vidas”.

Describió al Hombre y la Mujer en Génesis como ansiosos. “Habían querido ser como Dios, en lugar de confiar en su amor por ellos. Ahora están tratando de esconderse de Dios. ¡Pero no hay lugar para esconderse!” subrayó el arzobispo. “Cuando intentamos cruzar los límites naturales de la vida, nos sentimos ansiosos, alienados, de la dignidad de nuestro verdadero yo, separados unos de otros, distantes de Dios”.

Continuó: “¡Qué diferente es el Evangelio! El ángel le dice a la Virgen María que no tenga miedo porque Dios está con ella. Dios la ha elegido, y todo lo que tiene que hacer es confiar en Dios. ¡Esto no podría haber sido fácil! '¡SI!' 'Hágase en mí como has dicho.' La Virgen recibe la Palabra de Dios en su corazón y en su cuerpo. Ella da vida, no muerte, al mundo entero. ¡Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida! Esto está en el corazón mismo del Evangelio: ¡las buenas nuevas de salvación!”.

El prelado de San Antonio dijo que el mismo Dios que eligió a María nos ha elegido a nosotros para hacer su voluntad. “Estamos en las manos de Dios. ¡Dios nos da su Espíritu Santo!”

La Misionera del Espíritu Santo reconoció que es fácil para nosotros estar ansiosos y temerosos por muchas cosas hoy. “Es muy fácil cruzar fronteras en nuestra vida diaria, dominar a los demás, buscar la libertad sin responsabilidad, competir para adquirir más y más 'cosas' mientras tanta gente es pobre y necesitada”, lamentó.

El Papa Francisco ha identificado una cultura de "desechar" en la que la sociedad desecha a los niños no nacidos y a los ancianos con la misma facilidad con la que desecha los alimentos que se han vuelto rancios o mohosos. “Tenemos mucho por lo que estar ansiosos, tenemos mucho que temer”, admitió el arzobispo Gustavo, y agregó, sin embargo, “estamos llamados a ir más allá de nuestras ansiedades y temores hacia la confianza en Dios y la gratitud hacia Él”.

Dios nos asegura a cada uno de nosotros su presencia permanente en nuestras vidas, dijo el arzobispo a los asistentes. “Tomamos conciencia de la dignidad que Dios nos ha otorgado a nosotros ya toda persona humana. Estamos llamados a llevar al Hijo de Dios en nuestro corazón y en nuestro cuerpo por el poder del Espíritu del Dios Altísimo. Somos desafiados a ser siervos del Señor. ¡Tenemos el desafío de permitir que Dios nos guíe del desierto a su jardín, a caminar en sus caminos y no en los caminos del mundo, para experimentar una nueva vida, no la muerte!”

Agregó: “Estamos llamados a experimentar la pureza de María cuando le pedimos devotamente que interceda por nosotros, estando a su lado para orar a Dios. Cuando le pedimos de todo corazón su intercesión, o cuando contemplamos una imagen sagrada de ella, sentimos muy claramente en nuestro corazón que María es purísima”.

Al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción —hoy hace 167 años— el Papa confirmó el sentido de fe de la Iglesia, que no duda de que la Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado, y el 8 de diciembre año santo de San José concluido en la Iglesia.

“Pidámosle que como fruto de este año, que el Santo Padre Francisco proclamó en conmemoración de la consagración de la Iglesia Universal a él, nos enseñe a tratar a María y a enamorarnos más de ella”, concluyó monseñor Gustavo.