VOCACIONES

Vida Consagrada

¿Qué es la Vida Religiosa?

El Concilio Vaticano II enseña que “desde el comienzo mismo de la Iglesia, los hombres y las mujeres se han propuesto seguir a Cristo con mayor libertad e imitarlo más de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos, llevando cada uno a su manera una vida dedicada a Dios. Muchos de ellos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, vivieron como ermitaños o fundaron familias religiosas, que la Iglesia acogió con alegría y aprobó con su autoridad. Así es que según el Plan Divino ha crecido una maravillosa variedad de comunidades religiosas que ha facilitado a la Iglesia no sólo estar equipada para toda buena obra (cf. 2 Tm 3, 17) y lista para la obra del ministerio -la edificación del Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4, 12)-, sino también de aparecer ataviada con los diversos dones de sus hijos como una esposa ataviada para su marido (cf. Ap 21, 2) y para que la multiforme Sabiduría de Dios se manifieste por medio de ella (cf. Ef 3, 10)» (Perfectae Caritatis, 1).


Los religiosos y religiosas viven su vida como testimonio de una forma de vida diferente. Una vida que les permita servir al pueblo de Dios de una manera asombrosa y acercar a otros a Cristo. Los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia son los signos con los que estos hombres y mujeres viven su testimonio y edifican el Cuerpo de Cristo.


Votos Religiosos – Los Consejos Evangélicos

Cuando uno se consagra a la vida religiosa, hace votos de pobreza, castidad y obediencia. Estos votos moldean el carácter de la vida del Hermano o Hermana y permiten el cumplimiento del llamado que Dios puso en su corazón.


POBREZA

Los hombres y mujeres religiosos buscan conformar sus vidas a Cristo renunciando a las complejidades que vienen con una vida impulsada por lo material. Se esfuerzan por un estilo de vida sencillo para mostrar al mundo que es Cristo quien verdaderamente llena nuestras vidas. Esto significa que los Hermanos y las Hermanas no poseen nada que sea solo suyo. Los religiosos son libres de compartir sus recursos con su comunidad, con la Iglesia y con los necesitados. Esto no significa que los miembros de las Órdenes Religiosas estén constantemente hambrientos o mendigando, sino que se cuidan unos a otros como comunidad y trabajan para apoyarse y proveerse unos a otros. Los recursos obtenidos por un miembro en el ministerio se comparten entre los miembros de la comunidad.

“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven, sígueme. – Mateo 19:21


CASTIDAD

La castidad célibe es una parte central de la identidad religiosa. Al optar por no buscar la relación única de la vida conyugal, los religiosos son libres de dedicar su vida al servicio divino ya las obras de su ministerio. Los hermanos y las hermanas son libres de amar a la Iglesia en general y pueden dedicarse plenamente a quien lo necesite. El estado de celibato también apunta a nuestro futuro en el cumplimiento de los tiempos, cuando “ni nos casemos ni nos demos en matrimonio” (Lucas 20:35). Así que este “celibato por el reino” es una forma poderosa en la que los religiosos construyen el Cuerpo de Cristo.

“Algunos… han renunciado al matrimonio por causa del reino de los cielos. Quien pueda aceptar esto, debe aceptarlo”. – Mateo 19:12


OBEDIENCIA

Por el voto de obediencia, los religiosos se ponen al servicio de su comunidad. Obediencia viene del latín ob-“to” + audire-“escuchar, oír”. Hacer voto de obediencia significa escuchar a los superiores, quienes a su vez deben escuchar las necesidades de la comunidad que se ha confiado a su dirección. Quien hace voto de obediencia no sufre pérdida de dignidad, sino que puede confiar su voluntad a la voluntad del Espíritu Santo que mueve la vida de su comunidad. El voto de obediencia abre entonces su corazón para ir donde sea necesario y así servir a la Iglesia con generosidad y libertad.

“Habla, Señor, que tu siervo escucha”. – 1 Samuel 3:9


Carismas: los dones de una comunidad religiosa

Cada comunidad está dotada de dones especiales, o carismas, que impulsan su ministerio y enriquecen a la Iglesia. El Espíritu Santo guía estos carismas para que toda necesidad sea suplida en el Cuerpo de Cristo. Las comunidades están llamadas a enseñar, a cuidar a los pobres, a cuidar de cierto grupo minoritario, a predicar, a inspirar a los cristianos no practicantes, a visitar a los encarcelados, a consolar y cuidar a los enfermos, a trabajar en el ámbito médico, legal, negocios, o esferas políticas, y ofrecer un sinnúmero de otros dones particulares para la vida del mundo y la Gloria de Dios.


Cuando estás discerniendo la vida religiosa, es importante indagar sobre el carisma de las diferentes comunidades. Dios te ha dado dones particulares, y ver qué carisma comunitario resuena con tu carisma personal iluminará tu camino de discernimiento.

Cualidades de un candidato a la vida religiosa

  • Un amor por la fe católica
  • Una relación personal con Dios
  • Un deseo generoso de ayudar a otras personas.
  • El deseo de ser un signo de fe, esperanza y amor para el mundo.
  • Un sano sentido de sí mismo
  • Un respeto genuino y la capacidad de trabajar en colaboración con otras personas y la capacidad de vivir y crecer en comunidad.
  • Apertura para satisfacer las necesidades del pueblo de Dios donde se encuentran en la vida.
  • El coraje de tomar riesgos
  • El deseo de defender la verdad y defender a los que no tienen voz de una manera amorosa.

Oficina de Vocaciones de la Arquidiócesis de San Antonio

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