XXVI Domingo Ordinario – Parroquia St. Mary’s, Mt. Angel, OR

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Archbishop Gustavo Garcia-Siller's Crest

Location: Mt. Angel, OR

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre el don del Espíritu de Dios y el desafío de vivir nuestra misión cristiana en el mundo.

En la primera lectura, del libro de los Números, vemos que el Espíritu Santo no está limitado por las instituciones humanas. Incluso aquellos que estaban ausentes de la reunión, Eldad y Medad, recibieron el Espíritu y comenzaron a profetizar. Cuando Josué se preocupó por esto, Moisés respondió con una visión profunda: “Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta…” Moisés reconoció que el Espíritu de Dios se mueve libremente, trabajando más allá de los límites de los entornos institucionales. Esto nos enseña a estar abiertos a las formas inesperadas en que Dios puede trabajar en otros, incluso en aquellos que están fuera de nuestros círculos o instituciones habituales, mientras nosotros mismos permanecemos fieles al camino que nos ha sido revelado.

En el Evangelio encontramos un tema similar. Al igual que Josué, los discípulos de Jesús estaban preocupados por alguien que expulsaba demonios en nombre del Señor, incluso no siendo parte de su grupo. Pero Jesús responde: “No se lo prohíban… Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor”. Jesús nos muestra que todo aquel que hace el bien, todo aquel que sirve en su nombre, es parte de la misión más amplia de construir el Reino de Dios. Esto nos desafía a tener una mente abierta y generosa, reconociendo que Dios puede trabajar a través de las personas de maneras que no esperamos.

La misión profética que todos compartimos como cristianos bautizados nos llama a ver la presencia del Espíritu de Dios en el mundo que nos rodea. La Iglesia es el Pueblo de Dios; es la depositaria de la plenitud de la revelación para dar testimonio de ella, no para poseerla y controlarla. Todos estamos llamados a contribuir a la construcción del Reino de Dios. Cada uno de nosotros, a través de los dones que hemos recibido, es una parte necesaria de esta misión. Como enseña el Catecismo, “Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, sin embargo, Él no queda sometido a sus sacramentos” (1257). Y el Papa Francisco ha dicho: “El Espíritu crea y anima las instituciones, pero Él mismo no puede ser institucionalizado, cosificado. El viento sopla donde quiere; del mismo modo, el Espíritu distribuye sus dones como quiere”.

En nuestro mundo, lleno de divisiones, tomemos en serio el mensaje de las lecturas de hoy. Dios nos llama a estar abiertos al Espíritu Santo, a acoger el bien dondequiera que se encuentre y a vivir con un corazón atento a las necesidades de los “pequeños” que nos rodean.

Que Santa María de Guadalupe nos ayude a esforzarnos por vivir de tal manera que nuestras acciones, por pequeñas que sean, se conviertan en signos del Reino de Dios en la tierra.

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