Location: San Fernando Cathedral
Queridos hermanos y hermanas, las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre el significado de la verdadera sabiduría. La sabiduría no es un mero conocimiento intelectual, sino el don del Espíritu Santo que nos permite ver la vida como la ve Dios, discernir lo que es verdaderamente importante. La sabiduría supera todos los valores humanos, incluso la riqueza material.
La primera lectura de hoy nos ofrece una reflexión hermosa sobre la sabiduría: es un don que nos hace divinos, guiándonos a discernir lo que es de valor eterno. Los reyes y la gente común nacen y mueren de la misma manera, pero lo que los distingue es la sabiduría que poseen. Esta sabiduría nos permite vivir con dignidad y ver más allá del atractivo de los bienes mundanos. Nos recuerda que ninguna cantidad de riqueza puede comprar la paz y la plenitud que proporciona la sabiduría.
El Salmo 89 continúa esta reflexión, reconociendo la fragilidad y brevedad de la vida humana. “Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos.” Es por la gracia de Dios que encontramos sentido a nuestro trabajo y esperanza en nuestro tiempo limitado en la tierra. Esta sabiduría nos permite vivir con la conciencia de la eternidad, sabiendo que nuestras acciones, cuando están alineadas con la voluntad de Dios, tienen un significado eterno.
En el Evangelio, Jesús se encuentra con un joven rico que busca la vida eterna. El joven ha seguido los mandamientos, pero Jesús lo desafía a ir más allá, a dejar de lado su apego a la riqueza y seguirlo a Él. La tristeza del joven revela el poderoso control que la riqueza material puede tener sobre nosotros, a menudo cegándonos al tesoro mayor que se encuentra en Cristo. La invitación de Jesús, “ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres… Después, ven y sígueme”, es sobretodo un llamado a reordenar nuestras prioridades, poniendo a Dios por encima de todo. La verdadera sabiduría se encuentra en seguir a Jesús, en desprenderse de la riqueza y la seguridad material, y en confiar en que Dios proveerá lo que realmente necesitamos.
San Ignacio de Loyola escribió una fórmula que expresa muy bien esta invitación. Comienza afirmando que fuimos creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto, ser salvados. Todas las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para ayudar al ser humano a alcanzar el fin para el que fue creado. Por lo tanto, debemos usar las cosas tanto cuanto nos ayudan a alcanzar ese fin y debemos desprendernos de ellas tanto cuanto nos alejen de Dios. De ese modo, debemos hacernos indiferentes a todas las cosas creadas y enfocarnos en amar y servir a Dios en todo y con todo.
Dice el Papa Francisco que “sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida, porque es precisamente la sabiduría la que da gusto y sabor a la vida.” Entonces, roguemos a Santa María de Guadalupe, Trono de la Sabiduría, para que podamos ver más allá de las posesiones materiales y poner nuestra esperanza y confianza en el reino eterno de Dios.